Geraldine, así me llaman amigos y conocidos, así me presento ante alguien nuevo,mi tia política favorita para quien tengo un cariñoso recuerdo era francesa, Ese nombre me gusta, me levanta el ánimo, me engrandece y da empaque. Para mi es como partir ya con un tramo hecho, un nombre bonito y sonoro,
Mi documento de identidad sin embargo me recuerda constantemente, como quien baja un par de peldaños que mis padres no me llamaron Geraldine, en la pila y como una maldición quedó puesto para siempre Geralda.
Odiaba ese nombre, desde pequeña cuando me nombraba me achicaba, me sentía menoscabada. Era el nombre de mi abuela y supongo que con ello quisieron honrarla. Eran otros tiempos supongo y los padres no pensaban en el baldón, la losa que depositaban sobre los frágiles hombros de los niños a los que arriesgaban a las burlas.
Hoy lo he superado, para asuntos oficiales sigue siendo el odiado pero para la gente que me quiere, a quienes les importo y saben lo que me hizo sufrir mi nombre de pila, soy Geraldine.